La visión enológica de Aurelio García

Viñedos antiguos con variedades autóctonas son epicentros de esta propuesta que llega desde el corazón de España.

Wendy Pérez

 
Junto a un río o una montaña, ahí debían estar los viñedos que el español Aurelio García soñó un día fueran la génesis de su proyecto enológico, el cual en 2012 tomó vida a través de Vinos Aurelio García que actualmente se conforma por los proyectos Micaela Rubio, junto al río Júcar; Vinos de Ayer para Vinos de Hoy, en la a sierra de Gredos, y La Guía, por el río Duero, en Ribera del Duero.

“Para mí son las (zonas) más adecuadas, porque hay viñedo desde hace siglos y las variedades que se cultivan conservan una genética y una adaptación fantástica, que me permite elaborar vinos puros, frescos y de gran singularidad”.

CAMINO PERSONAL
Después de asesorar en la creación de 40 etiquetas dentro de España yfuera, incluido México, y “viajar probando vinos por todas partes”, logró las primeras 2 mil botellas de la mano de su esposa Micaela Rubio, quien también es enóloga.

“La primera zona fue la de Cuenca, en la Ribera del Júcar, entre los Municipios Casas de Benítez y Pozoamargo, donde hago El Reflejo, Mikaela y La Infanta. En esta zona hay viñas viejas que aportan características que viñedos ‘normales’ o más jóvenes no poseen. Son de uva Bobal que tiene una riqueza genética brutal, además existen unas 10 o 12 variedades minoritarias que sólo se dan ahí, como el Rojal, Pintaíllo o Moravia agria. Para mí es la zona más parecida al Ródano francés”, explica el enólogo originario de La Alberca de Záncara, en la misma provincia de Cuenca.

Esta tierra entre arcillosa y caliza con un microclima de aire mediterráneo resulta ideal para conservar la humedad del suelo. “Además son viñas viejas que no se vieron afectadas por la concentración de parcelas que se hizo en España durante los años 70, y se han mantenido gracias al afecto de las familias por su tierra frente a la amenaza de la rentabilidad económica”.

“Donde yo tengo el viñedo no se agruparon, entonces hay trozos pequeños y estas parcelas están en manos de gente mayor. Actualmente son 7 hectáreas en propiedad, con 21 parcelas en un área que facilita el crecimiento y, sobre todo, con el tipo de viña que yo busco”.

Aurelio me comparte que este concepto, el de voltear a las vides longevas, cada vez toma más atención en España, emulando un tanto lo hecho por productores que empezaron a salir a Francia, como Álvaro Palacios, donde le dan valor a sus viñas. “Es importantísimo darnos cuenta que lo que ellos tienen (los franceses) lo tenemos nosotros también y no lo estamos valorando por hacer los vinos de forma metódica.

“Hay que entender la sensibilidad de cada terroir en España, pues mi país está en un momento espléndido por el potencial existente”.

Sin duda para esta pareja el estar haciendo vino por un largo tiempo les ayudó a concebir que "el vino del futuro es el vino del pasado”, uno con poca intervención, que hable nítidamente de la viña y del clima que la acompañó en su crecimiento. “Eso para nosotros es un vino auténtico”.

SUS CREACIONES
Y justamente en Cuenca está la Denominación de Origen Ribera del Júcar, en la zona más interior, junto al río con tierra de canto rodado que llevó a Aurelio a producir tres vinos que llama de pueblo, paraje y parcela. “En el de pueblo intento representar el vino que se hacía antiguamente usando viñas crecidas en Casas de Benítez y Pozoamargo. Representa la pureza, son viñas viejas con variables en perfiles de suelo, de donde sale la etiqueta El Reflejo de Mikaela.

“El siguiente es Mikaela, un vino que se hace con tres viñedos. Separo las viñas porque están en suelos distintos -canto rodado, una mezcla de arenas, gravas y arcillas, y caliza-. Está en el paraje El Poleo -justo en medio de Casas de Benítez y Pozoamargo-, donde crecen viñedos de más de 80 años.

“Luego hay un vino de parcela que hago sólo con una viña y le puse el nombre La Infanta. Se plantó en 1919, en la parte más alta del pueblo sobre un suelo con arena, un poco de arcilla y debajo la caliza, que genera un vino austero, mineral, muy especial”.

Vinos Boutique Mexicanos (VBM) cuenta con toda esta gama y parte de la que producen en la Sierra de Gredos, las cuales conocieron de primera mano cuando dos de los socios Francisco Acosta y Carlos Casarín visitaron a Aurelio.

“Hablando de Gredos es una zona rural que se está poniendo de moda y que da expresivas Garnachas. Aquí he encontrado vinos con un perfil muy borgoñón, por-que combina la altitud y un clima frío con un suelo de mucho granito y algo de limo, que genera uvas muy delicadas aromáticamente y en boca un tanto etéreas”.

Fue en 2015 cuando comenzó este segundo proyecto en las montañas que ha  evitado la introducción de variedades francesas, sólo existen viñas viejas de Garnachas.

“Es maravilloso como uniendo todos los detalles de la zona entiendes la vida dura de nuestros antepasados, de mucho trabajo y austeridad, porque cuando se tiene poco se intenta obtener lo mejor y así fue con el vino que era un componente importante de su dieta y de su vida”, dice el enólogo que trabaja unas 60 parcelas en la zona de Gredos, de donde salen cinco vinos.

Entre las etiquetas de este proyecto que llegan al portafolio de VBM están 295 y Fortachón.

“Para mí es determinante el momento de corte de uva, desde que empecé en 2012 he adelantado los cortes para buscar la parte fresca, y hacemos la vendimia manual para que pase por mesa de selección.

“Mis procesos llevan parte de uva entera, por ejemplo, en mis vinos base de ambos proyectos -El Reflejo y 295- hay más uva entera, y en La Infanta es 100 por ciento entera.

Al preguntarle ¿cómo trabaja la uva entera?, explica que cada racimo se revisa y se lleva sin despalillar, se echa a las cajas y el 30% se pisa con pie.

Existe un tercer proyecto, La Guía, que está en Ribera del Duero, exactamente en la fría y calcárea Soria.

“Es una zona que me tiene enamorado. ¡Imagina un pueblo de 38 habitantes!, una España profunda donde sólo hago un vino. De hecho es La Guía porque así se llamaba el pueblo, ahora es Matanza de Soria. En 2020 se produjeron 2 mil botellas y mi objetivo es tener 4 mil”.

“Al ser un viñedo tan pequeño y un sitio frío, la uva Tempranillo tiene un tiempo más corto para su ciclo en comparación con áreas calientes como la de Valladolid, por lo que el tanino es un poco más duro que da una acidez más marcada”.

Añade que él emplea la variedad blanca Albillo mayor para vinificar porque diluye la parte tánica de la tinta y lo deja más bebible y exuberante en aromas.

“Todos los vinos tienen crianza y así a grosso modo en Cuenca siempre es barrica de volumen grande de 2 mil 200 litros, luego una parte en barrica de 500 litros, y una parte en depósitos de hormigón, un 30%. En Gredos, la crianza es en hormigón y vasija un 80% y en barrica un 20%. La Guía es 100% barrica de 500 litros, son 2 nuevas y una usada. Pero ante todo quiero resaltar que mis vinos no huelen a madera, huelen a origen”, concluye Aurelio desde su bodega a 40 kilómetros del río Cuenca.

EXTRA
LOS SECRETOS DE AURELIO GARCÍA
-Hace vino a partir de viñas viejas donde hay acidez, equilibrio natural y poca manipulación.
-Resultan vinos redondos y ágiles en boca, ideales para los aficionado o no al vino.
-Presentan mucha fruta, color y no marcan tanta la astringencia como lo conocido de Ribera del Duero, pero sí hay permanencia en boca.
-Son muy polivalentes para tomar o comer, por ejemplo, los vinos de Gredos funcionan en mercados como el de Japón por su gastronomía, pero también van con comidas más grasas como la mexicana porque limpia y prepara tu boca.
-Las etiquetas El Reflejo y 295 tienen precios similares a los crianza en Ribera del Duero con la diferencia de que éstos son de viñas viejas y con producciones controladas.
-VBM tienen toda la gama de Micaela Rubio y varios de Vinos de Ayer para Vinos de Hoy.